- Roxana Vizueta
- Violencia de Género
- diciembre 20, 2020
Durante siglos las mujeres han clamado por su justo derecho a la educación, el derecho al voto, a la libertad de expresión, a la libertad de asociación, a la libertad sexual, a la igualdad, a la no discriminación.
Desde el principio de los tiempos la mujer fue sometida a un orden patriarcal. El padre de familia era el único que decidía sobre la mujer, incluyendo el arreglo matrimonial. Épocas en las cuales sí la mujer era sorprendida en adulterio por su marido podía matarla impunemente. Se vivieron siglos de sumisión legal, ya que no podían administrar su dinero o bienes, sin derecho al divorcio y peor aún a segundas nupcias.
La lucha de la mujer por su participación en la sociedad, por su desarrollo íntegro como ser humano y por la igualdad ante la posición de los hombres en el sector público y privado ha sido tenaz. El 8 de marzo representa un gran paso en la consecución de los derechos de la mujer.
La lucha de la mujer por su participación en la sociedad ha sido tenaz.
En 1910 se desarrolló la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, el tema central fue el sufragio universal para todas las mujeres, pero ante la moción de Clara Zetkin se proclamó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las mujeres caídas en la huelga de 1908. Décadas posteriores mujeres valientes se agruparon y lograron obtener sus derechos civiles, sus derechos laborales y su libertad de expresión. En 1977, ante los logros obtenidos la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer.
A nivel mundial hace varias décadas nos hemos acostumbrado a escuchar en todos los medios de comunicación sobre la
Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer; eso nos demuestra que pese a que se ha reconocido el desequilibrio social que ha sufrido la mujer, aún no se ha llegado a equipar sus derechos.
Hoy gozamos de los privilegios que nos heredaron nuestras antecesoras, pero a diario nos desafía otra lucha que no hemos vencido, la violencia de género. 7 de cada 10 mujeres ecuatorianas han sufrido de violencia de género, con la utilización de violencia verbal, sicológica, física o económica, o con acoso o abuso sexual. La violencia de género se la sufre en todo nivel de estratos sociales.
En una de mis consultas jurídicas asistió una señora con estudios académicos de tercer nivel, dueña de su empresa a consultarme un tema societario. Durante la asesoría nos apartamos de los temas profesionales, me hizo un comentario sobre algo que su hijo de 16 años le había dicho durante en el desayuno familiar de ese día:
“Mi papá tiene razón cuando te dice que nada puedes hacer bien …”
Ella estaba muy afligida por ese comentario. No puede evitar que se active en mi ello, el chip de defensora de mujeres abusadas. Empecé a preguntar cuáles eran las expresiones que su cónyuge usualmente le dice cuando discuten y efectivamente ella comenzó a expresar:
“No sirves para nada, nada puedes hacer bien, eres una inútil, todo tengo que hacerlo yo, eres una mierda …”
La siguiente pregunta fue, sí estas expresiones la escuchaban sus hijos y su contestación fue “sí”; seguí escarbando un poco más ¿cómo se siente cuando te dice que no sirves para nada? automáticamente contestó “menospreciada y afligida, temo equivocarme para no verlo enojado”. Ante sus respuestas tuve que darle mis conclusiones, y con firmeza le dije “usted sufre de maltrato psicológico y verbal, desafortunadamente sus hijos están aprendiendo las conductas de su padre”. Hubo un incómodo silencio y finalmente con su rostro aturdido me dijo:
“Nunca pensé que me pasaría esto a mí, porque nunca me ha golpeado”.
La violencia sicológica no distingue educación ni estrato social.
Es usual pensar que si no existe un golpe no eres víctima de violencia de género. Podría poner otros ejemplos de mis casos de violencia intrafamiliar, que los dejaré para un segundo artículo, pero mi intención con exponer esta pequeña vivencia, es explicar que muchas veces no reconocemos los signos visibles del mal que nos aqueja y por ende no existirá una solución. Podríamos decir que aún falta educación sobre la violencia de género, para identificar las señales y para ejercer sus derechos. No todo está dicho, no todo está expuesto, no puede asumirse que ya se ha hecho todo para erradicar un mal social.
Es usual pensar que si no existe un golpe no eres víctima de violencia de género.
El gobierno central y local deben invertir en la política pública que ayude a la sociedad a erradicar la violencia de género, este trabajo debe ser en conjunto con toda la sociedad ecuatoriana, comenzando desde las escuelas, colegios, universidades, núcleos familiares, los barrios, centros colegiados, gremios, asociaciones, etc. alimentando la paz social y familiar, brindando las herramientas de prevención y rehabilitación conductual. Hoy las mujeres tenemos otros retos, una oportunidad de luchar por nuestra mejor calidad de vida, dejarle una sociedad libre de violencia a nuestros hijos. Solo entonces podremos celebrar el Día de la Mujer Ecuatoriana.